GILIPOLLAS

Te entra un tío por instagram, uno de esos que tienes por followers y no está mal. Podrías decir que es guapo, tiene buen cuerpo e incluso parece simpático. Y aunque estás en el periodo boicoteador de ponerle pegas a todo, te preguntas por qué no… cuando vuelvas de tu semana de vacaciones, quedaréis.

Y a tu vuelta, el chico no insiste y tú tampoco mueves un dedo… y pasan las semanas. Aparece un discreto “hola”en tus mensajes y tomas consciencia de tu desidia que no te lleva a nada, así que le prometes que después de Fallas, os veréis.

Ya no son semanas sino meses. Y te quejas de la rapidez del sexo por el sexo en tus redes, la falta de compromiso y la dificultad de conocer a alguien. 

Publicas un mensaje pidiendo alguien que tenga una cámara para hacerte fotos para tu perfil y recibes un mensaje privado:
– ¿Es tan triste que vas a quedar conmigo si te digo que tengo una Canon? 😛
– No hombre, contigo tengo que quedar para no quedar como un gilipollas.
– Pues sí, la verdad, toda la razón tienes.
– Si tú eres gilipollas me da igual quedar como un gilipollas yo.

Y así, pasas de querer evitar parecer algo a llamárselo al otro. El boicot sigue siendo tu regla predominante.

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