TU SONRISA

Tu plan era almorzar en tu barrio. Mi plan era plantarte cara porque no nos hacía bien lo que estaba ocurriendo. Eso me decían mis amigos. Eso decía mi cabeza, decirte que no más.

Toqué el telefonillo y bajaste a abrirme. Tu sonrisa no tenia fin. La boca de Julia Roberts era minúscula de repente. Te encorvaste nervioso, encogiste tus hombros y se marcaron todas las arrugas de tus ya achinados ojos.

Te lanzaste a mis brazos y nos fundimos. Mi cabeza paró de repetirme el discurso y se quedó en blanco. Ocasión que mi corazón aprovechó para hacerse notar.

Pasamos a tu casa y me besaste. Dulce, húmedo y duradero. No podía resistirme. Me agarrabas tan fuerte que parecías tú ser el alto y el grande de los dos. 

– Estaba nervioso. Necesitaba que vinieras. Te necesitaba aquí conmigo – ese comentario me dominó. 

Sin parar de sonreír, me atravesaste, me ganaste, me desmontaste. Y sentí que no tenía sentido plantarte cara porque nunca había querido hacerlo.

comparte este microrrelato

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *