– ¡Qué guapo eres! – repetía Luis de nuevo mientras Juan le sonreía ligeramente incrédulo.
– Anda ya… eso se lo dices a todos – sermoneaba Juan esperando la réplica que sabía vendría a continuación.
– ¿Qué crees? Que no soy selectivo?
– Zalamero, eso es lo que eres, un zalamero.
Y así se duplican las conversaciones cambiando de protagonista: con el chico de enero, con el de abril y también con el de octubre… Juan se lo dirá a Javier, Michael y Pedro… y la misma respuesta será también argumentada de vuelta por estos a Juan. Y aunque no acabara de creérselo, Juan busca la misma contestación por parte de sus conquistas una y otra vez. El mismo halago repetido, la misma esperanza teñida de desconfianza, el mismo vanidoso comentario y la misma reprobación cariñosa. Juan llega siempre a la misma condenada conclusión: todos son unos zalameros.
– Y lo guapo que eres? -preguntaba Juan a Adrien.
– Eso se lo dirás a todos – le increpaba Adrien con el gesto en la ceja.
– A mí no me gusta cualquiera!