Te pedí que me ayudaras con mi impaciencia infantil, con mi insistencia infinita, con mi inoportuna verborrea… porque sí, lo admito, me puede la necesidad de repetir una y otra vez lo que ninguna necesidad tiene de ser repetido…
Te pedí que lo hicieras con dulzura, porque para rudo ya lo soy yo. Que lo hicieras con paciencia porque impaciente ya lo soy yo. Sí, que me aguantaras un poco hasta que yo dulcificara mis modos.
Te pedí sinceridad contigo mismo, la misma que a mí me cuesta a veces tener conmigo mismo.
«Siempre supe que es mejor, cuando hay que hablar de dos, empezar por uno mismo» decía Shakira… porque en cosas de dos, casi nunca son de dos.
¿Era tanto pedir?… ¿Esa fue mi responsabilidad? Quizá debería decir mi irresponsabilidad… Ok, la admito…
Las cosas de dos, casi nunca son de dos… Todos tenemos ejemplos de ello, quizá en otro post te enumero alguno, o quizá no… y así no me repito, porque con este post he vuelto a hacerlo ya!