DESAPARECIDO APARECIDO

Tú, que ligaste por Grindr una noche que ambos habíais salido y vuestro colocón no os dejaba dormir… pero sí que os permitía echar uno de esos polvos memorables e infinitos: uno de esos que acaban con cada uno durmiendo en su propia cama. 

Tú, que desapareciste porque justo acababas de concluir una relación… y el típico tópico “estoy en un mal momento” era la explicación recurrente más válida para ti.

Tú, que aparecías por su Instagram día sí día también para preguntarle si cualquiera que le acompañara en las fotos era su novio… y así siempre lograr de él, junto a la negación, la misma invitación que rechazabas silenciosamente: “Podríamos repetir”.

Tú, que casi un año después, sabiendo de su facilidad por ti, le sugeriste renovar polvo y lo conseguiste para volver a desaparecer durante meses.

Tú, que le escribiste de nuevo para recriminarle haber comenzado una relación.

Tú, que aparecías y desaparecías como bola del Super Pang.

Tú, que tienes más morro que espalda.

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