Hago las maletas de nuevo y repaso las otras veces que lo hice durante este año. Recapitulo y respiro. Ahí estás tú.
Coloco un par de pantalones, jerseys y ropa interior y recuerdo cuando preparaba ese viaje a principios de año para verte sin saber que descubriría tanto de lo que busco en ti.
Meto una bufanda y alguna camisa, echando de menos cuando organizaba mis bañadores y nuestras próximas aventuras isleñas.
Cepillo, pasta de dientes y acabo con el neceser mientras recuerdo el mal sabor de boca que me dejó nuestro encuentro francés.
Unas deportivas y cierro la maleta esperando que estos días caminemos juntos mientras me llenas de besos y brazos.
Hago la maleta y en la etiqueta cuelgo la dirección: esperanza.