La que utilizaste conmigo te sirvió. Debí estar con bajas defensas mientras escuchaba a tus ojos azules.
Me creí esa tuya inseguridad basada en no ser físicamente igual que los actores pornos o los mr Universo que circulan por el mundo online. Esa constante vuelta a tu pasado de físico no autoaceptado. Esa necesidad imperante de destacar en el entorno de los cánones normativos. Me creí que no te quisieras lo suficiente a pesar de que todos pudiéramos ver la meta alcanzada porque para normativo deseado, tú entero. Nadie podría negarlo. 1,85, cara de ángel, cuerpo de bombero, voz de locutor y estudiante de ingeniería.
Me creí incluso que yo era físicamente tu tipo cuando realmente tus ex estaban pasados por tu mismo patrón y aunque yo pudiera encontarme dentro de ese canon establecido, objetivamente no alcanzaba sus niveles de cincel renacentista.
El diseñador y el enfermero no te creyeron. Al primero, con sobrepeso considerable, y al segundo, muy por debajo de la estatura media, les vendiste el mismo cuento que no te compraron… Ellos no se deslumbraron por el envoltorio. Ellos, que no entraban en la regla normativa actual, te supieron reconocer tanto a ti como a ese cuento que yo sí pagué y que estaba en blanco. Ese cuento que utilizabas para engrosar tu listado de víctimas crédulas. Ese cuento tan falso como tu modestia.