LLORAR AL REVÉS

Será que es otoño y la melancolía se ha apoderado de mí, pero he ido a sentarme a nuestro banco, aquel en el que nos reíamos, nos besábamos, nos acariciábamos… donde en definitiva, nos queríamos.

Ese banco en el que éramos dos en uno y esta vez solamente soy uno formado por uno.

Lo que era entonces una sonrisa tonta interminable, se ha convertido en una lágrima amarga y triste, pero no tan amarga como no saber ni siquiera llorar, lo que se dice llorar, sin poder desgarrarme por dentro y soltar la rabia, la angustia o la incomprensión… Sentir que algo se ha roto dentro y se queda ahí dentro, sin poder salir fuera. Sentir que ni las lágrimas corren en el sentido que deberían… Es como su estuviera llorando al revés.

En ese banco donde pretendías hacerme reír con chistes sin gracia, ahora sólo queda el viento que me recuerda que incluso la tenías y ahora me queda echarla en falta.

Sentados juntos sentía el tacto de tu mano, tu pierna y ahora sólo queda ya mi mano, mi pierna, sin ninguna caricia. Ese lugar mágico para los dos es ahora un lugar frío para mí… precioso, lleno de recuerdos, pero frío.

Quizá deba volver a ese banco para por fin llorarlo todo… Quizá debería no volver a ese banco para no recordar cosas bonitas que ya no son. Quizá deba volver a ese banco para que nada sea al revés, ni siquiera llorar.

comparte este microrrelato

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *